Hoy nos toca hablar de la segunda pata del análisis tetradimensional: la dimensión emocional.
Tener salud emocional significa poder controlar nuestras emociones: activarlas cuando sea necesario, pero también, lograr gestionar las emociones cuando éstas intentan dominarnos. Y sí, es que las emociones llevan con nosotros muchísimo tiempo, activan nuestros mecanismos más ancestrales, los que venimos practicando y perfeccionando hace tanto tiempo que se transforman en respuestas casi automáticas.
En el perro, esta no es la excepción: como todo bichito evolucionado, va perfeccionando las respuestas emocionales que ayudan a que se adapte al entorno de modo tal que la especie pueda sobrevivir. Estas emociones, al estar domesticados y conviviendo en un estado de bienestar, tal vez no son las más adaptativas, pero son, sin duda, las que “le salen” a tu perro.
Podría saltar como loca intentando llegar al premio, pero su buena salud emocional la ayuda a controlarse.
¿Cómo ayudarlo, entonces, a que saque lo mejor de sí? Hay muchos trabajos para hacer que mejoran las habilidades de control y autocontrol de tu perro, aunque no son los únicos que tendremos que presentarle para mejorar la salud emocional. Las actividades que involucren la mejora de la resiliencia, el balance y estabilidad emocional, que regulen los niveles de estrés y que trabajen las relaciones sociales saludables también generaran una mejora en el bienestar emocional de tu bichito.
Me leerán una y mil veces decir que cada perro es un mundo, pues creo que esta es una frase que define mucho en términos de educación. Tu perro podrá responder muy rápidamente a los trabajos, pero habrá otros perros, más sensibles, que responderán en diferentes tiempos, que requerirán de mayor paciencia de tu parte, haciendo de tu propio control de las emociones un ejemplo a seguir. Cada perro es un mundo y vos, como tutor responsable, tenés que estar a la altura de ese mundo que necesita tu perro. ¡Animo!