Es normal que pensemos que la capacidad de aprendizaje disminuye con la edad, pues en la mayoría de los casos es más costoso enseñarle a un perro geronte que a un cachorro. Con la edad, los perros van perdiendo flexibilidad física, se empiezan a tomar la vida con más calma y hacen todo más relajados. Esta flexibilidad también se va percudiendo a nivel cognitivo: cuando un perro no utiliza ciertas redes neuronales a lo largo de su vida, estas se apagan (algo así como que se desconectan para ahorrar energía) y luego cuesta mucho volver a prenderlas.
Un estudio realizado en 2016 en la Universidad de Viena arrojó varios resultados interesantes: los perros gerontes sí requerían de mayor cantidad de repeticiones para aprender nuevos trucos, teniendo en cuenta la menor flexibilidad cognitiva con relación a perros cachorros. También se observó en este estudio que los abuelitos aplican un mejor razonamiento lógico, dejando a los perros más jóvenes muy mal parados en comparación.
A los perros mayorcitos, entonces, puede que nos cueste un poco más enseñarle nuevos trucos: ya sea por la falta de práctica, por poca paciencia nuestra a la hora de pedir lo que queremos, o porque la posición que le pidamos que haga no es la más cómoda para su físico, siempre hay que hacer una evaluación más exhaustiva a la hora de seleccionar qué trucos nuevos vamos a querer que aprenda. También vamos a necesitar más tiempo, porque seguramente debamos hacer más repeticiones para que entienda a la perfección qué pretendemos que logre.
Otra razón que puede afectar su aprendizaje es la sobrehabituación: imaginen que toda su vida manejaron su auto en Argentina y tienen la oportunidad de irse de vacaciones a Inglaterra. En ese país los autos tienen el asiento del conductor del lado derecho. Tal vez, si se animan y, aunque su cuerpo esté habituado a mirar más un retrovisor que otro, les va bien. O tal vez no se animan, sienten que su propio cuerpo los va a contradecir y no quieren poner a nadie en riesgo. Los hábitos que tenemos están muy arraigados, lo cual hace que sean difíciles y largos de modificar (dice mi agenda eco-friendly que incorporar un nuevo hábito lleva entre 3 y 10 semanas, así que supongo que modificar una conducta humana debe llevar más tiempo aún), pero no es imposible trabajar este tipo de sobreaprendizaje.
En un posteo anterior sobre Salud Social les contaba sobre la hiposocialidad: muchos perros, en la medida que no son estimulados de forma suficiente, pasan a este estado en el cual simplemente no quieren socializar con nadie más que no sea de su grupo social. Esto es importante tenerlo en cuenta ya que a un perro hiposocial va a ser muchísimo más difícil enseñarle a socializar con otros perros, humanos, etc.. Y es que, claro, a la hora de enseñar, hay que tener en cuenta lo que tu perro puede, pero también lo que tu perro quiere.
Renzo, nuestro mayorcito -12 años y contando-, es conejillo de indias de todos los nuevos protocolos que aprendemos cuando nos capacitamos y nunca fue tan feliz como cuando le enseñé los juegos para gestionar estados depresivos y depresión en perros, un nuevo programa con el cual nos formamos a principios de este año 2021.
Es muy importante que hagas pequeños trabajos a diario para mantener a tu perro activo, tanto física como cognitivamente y evitar la atrofia de sus redes neuronales, lo cual puede llevar a problemas degenerativos bastante complejos de sobrellevar. ¡No pierdas un día más, enseñale un truco nuevo a tu perro hoy!